Malaca

21/09 - Desde la estación de guaguas de largo recorrido, situada en la calle Lavender, tomé dos guaguas (11S$), que me llevarían hasta las fronteras, haciendo las paradas correspondientes en los dos controles de inmigración, antes y después de cruzar el puente que une la isla con el continente, llegando a “Melaka” (Malasia), con un visado para 30 días, cuatro horas más tarde. Nada más cruzar el lado malayo se comienza a notar el contraste: suciedad, polución, tráfico, y lo barato que en definitiva es.
Esta ciudad, que fue uno de los asientos humanos más antiguos de Malasia, y de colmado pasado colonial, será el punto de partida de mi ruta hacia el norte del país.
Nos detendríamos cerca de la plaza central, Duch Square, y desde allí varios viajeros que pensábamos quedarnos en la zona económica de alojamiento optamos por seguir caminando hasta el hostal que ya tenía elegido, Amy Home Stay, una residencia muy bien mantenida, en la calle Taman Merdeka, muy apreciada por los mochileros que pasan por esta ciudad. Todos queríamos quedarnos en su gran “habitación comunitaria”, pero el lance me deparó una sorpresa, pues mientras hablaba con el encargado del recinto todos cogieron la camas que encontraron libres y yo quedé con la opción de compartir una de las habitaciones “de dos camas”, para mí solo, pues nadie más ocupó la otra. De suerte que la conseguí al mismo precio que la “comunitaria” (9 Ringit/1R = 53 Ptas). En el corazón de la ciudad se encuentra Duch Square, (Plaza holandesa), que se construyó durante el dominio holandés y es el punto de referencia para comenzar a moverme por los alrededores. Desde aquí algunos coloridos trishaws esperan al turista para enseñarles Malaca.
Su pasado cosmopolita provocó una diversidad cultural que ha llegado hasta nuestros días. La ciudad es famosa por su tolerancia racial y religiosa y, como ejemplo de ello, se puede encontrar en una misma calle una Iglesia, un Templo budista, otro hinduista y una Mezquita, como sucede al recorrer la calle Hang Jebat, o la de “La Armonía”, cruzando el río.
Lo más interesante se encuentra en la parte vieja, donde se ubica el Chen Hoon Teng (Templo de las Nubes Brillantes) (1.645) que es el templo más antiguo de Malasia, dedicado a Guan Yin, construido por la comunidad china (una de las más antiguas de Malaca), con todos los materiales traídos de aquel país, aportando también sus antiguas tradiciones y creencias. Los descendientes de los inmigrantes chinos casados con mujeres de la zona se llaman "Babanyonya" o "Peranakan" y su cultura se caracteriza por la atención a los detalles en la arquitectura principalmente en el casco antiguo (en las fachadas y en la compleja decoración de los edificios), vestuario, bailes y la gastronomía, que en esta ciudad es realmente exquisita en algunos restaurantes locales y en los puestos de comida callejeros.
Se hicieron ricos rápidamente y mostraban abiertamente sus riquezas y costumbres mezcla entre lo oriental y lo occidental, es decir: el chino que adora lo británico.
Un paseo por el turbio río que atraviesa la ciudad se hace imprescindible para observar, sobre todo, las viejas casas situadas en sus orillas que parecen estar en ruinas, pero que aún viven cantidad de familias, y los almacenes donde la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales se dedicaba a cargar toneladas de especias (canela, clavo, nuez moscada…), con destino a Europa, convirtiéndose en uno de los centros comerciales más importante de la historia hace más de 200 años.
En el s.XV pasó de ser un pequeño puerto para convertirse en uno de los imperios más poderosos del sudeste asiático. Árabes, holandeses, portugueses, británicos, y los propios lugareños llegaron aquí con la única idea de prosperar, y fue el centro de una de las más importantes rutas del comercio durante más de mil años, donde se podía conseguir cualquier cosa.
También hay una animada comunidad portuguesa, cuyos orígenes se remonta desde hace 400 años, y realizan alguna que otra vez sus bailes tradicionales en la Plaza Portuguesa junto a los restaurantes de estilo luso. O en restaurantes como el Medan Portugis cada sábado a las 8 de la noche.
Por otro lado llama la atención el color púrpura de los barcos pesqueros de Malaca pues así se pintan para diferenciarse de los del resto del país. Muchos aprovechan los fines de semanas para dar un salto en barca a motor a alguna de las islas cercanas como Pulau Upeh, o Pulau Besar, para pasar el día de picnic con la familia o amigos y bañarse en sus tranquilas playas, vestidos, como es costumbre.